Una Profunda Crisis Civilizatoria por Edgard
Lander
El actual modelo depredador de sometimiento sistemático de
la naturaleza a las exigencias faústicas de un crecimiento sin fin está
destruyendo las condiciones que hacen posible la vida en el planeta Tierra.
El calentamiento
global es sólo la expresión más visible de procesos de des-trucción
sistemáticos que están reduciendo la diversidad genética, devastando bosques
tropicales, sobre explotando los mares, contaminando las aguas…
Dadas las severas y crecientes desigualdades existentes hoy
en el planeta, las alteraciones climáticas afectan en forma profundamente
diferenciada a diferentes regiones y poblaciones del planeta (afectando en
forma más d-recta a quienes han sido menos responsables, los pobres del Sur). .
Todo esto augura un futuro inmediato de creciente
violencia, de guerras por el control de los bienes comunes de la vida, de
migraciones masivas de millones de desplazados ambientales, el incremento de
las políticas racistas de muros y represiones a los migrantes en intentos
inútiles por preservar los privilegios mediante un creciente apartheid global
Las principales resistencias a este modelo depredador, a
este proceso de acumulación por desposesión, ocurre en pueblos y comunidades
campesinas e indígenas en todo el planeta.
Son estas experiencias, estas memorias colectivas de que es
posible vivir de otra manera, las principales reservas políticas y culturales
con las cuales cuenta la humanidad para cuestionar y resistir el avance de este
modelo depredador y destructor de la vida.
Y sin embargo, la sobrevivencia misma de estas comunidades
está siendo amenazada por el avance de este proceso de asalto global a los
bienes comunes.
Para amplios movimientos sociales en todo el planeta está
cada vez más claro que confrontamos una profunda crisis civilizatoria, que
estamos ante la crisis terminal de un patrón civilizatorio basado en la guerra
sistemática por el control y el sometimiento/destrucción de la llamada
“naturaleza”. Está claro que es impo-sible la pretensión del crecimiento sin
límite en un planeta finito.
Las nociones de crecimiento, de progreso y desarrollo, que
están en la base del carácter insostenible de la organización actual de la
economía siguen orientando las políticas públicas. En toda América Latina se
produjo un amplio movimiento de rechazo al neoliberalismo y fue esta ola de
luchas populares lo que condujo a la elección de los actuales gobiernos.
Existía por lo tanto la expectativa de que con estos nuevos
gobiernos con discursos antineoliberales se produjesen reorientaciones básicas
en las lógicas extractivistas
Sin embargo esto no ha ocurrido, no se han producido
reorientaciones en los modelos de desarrollo imperantes.
no sólo no se ha frenado, sino que se ha acentuado un
modelo de inserción en el mercado mundial basado en la extracción de bienes
primarios, en el asalto a los bienes comunes de la vida.
Hay dos países del continente, Ecuador y Bolivia en cuyos
procesos constituyentes jugó un papel medular la presencia de los pueblos
indígenas.
El buen vivir (sumak kawsay) quechua y el vivir bien (suma
qamaña) aymara son los ejes en torno a los cuales se arman los respectivos
textos constitucionales.
En Ecuador, por primera vez en la historia, que una
constitución reconoce derechos de la naturaleza.
La construcción de alternativas capaces de caminar hacia la
construcción, no sólo de sociedades democráticas y equitativas, sino igua-mente
compatibles con la preservación de la vida en el planeta, necesariamente tienen
que ser anti-capitalistas.
El capitalismo requiere de un crecimiento (acumulación)
sostenido. No es posible un capitalismo de crecimiento cero y menos aún un
capitalismo de decrecimiento. Lo que está en juego no es si podrá o no
sobrevivir el capitalismo.
El problema fundamental está en si la vida en el planeta
Tierra podrá sobrevivir al capitalismo.? Solo una profunda trasformación civilizatoria puede hacer
posible la continuidad de la vida.
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