La ‘soga que une el mundo de los vivos y de los espíritus’, que propicia la “expansión de la conciencia’ fue cuestionada, por un lado, y por el otro no necesariamente explicada en los medios de comunicación.
A propósito de ello, don Antonio Muñoz, más conocido como Senen Pani entre los shipibos konibos, y su hijo Rawa estuvieron en LaMula.pe. Ambos son onayas.  El padre es muy famoso y es solicitado por pacientes locales e internacionales. El hijo, su discípulo y sigue sus pasos, con mucho respeto de la tradición. Don Antonio aprendió de su padre y de su abuelo, por ello no sorprende que Rawa siga su camino. El linaje Muñoz tiene estrechos vínculos con la naturaleza, con el ayahuasca, con las personas.
“Un onaya es el hombre sabio o medicinal en nuestro mundo shipibo konibo, es quien está conectado a las plantas. Son los doctores de nuestro mundo”, dice Senen Pani. “Ser onaya es transmitir paz, tranquilidad a la gente”, añade Rawa. 



ANTONIO Y RAWA MUÑOZ

Los onayas son los doctores de la cultura shipibo konibo de la región Ucayali, conectados con el cosmos, de acuerdo con sus costumbres culturales.

¿Qué es lo que curan los onayas?

Hay quienes creen que al consumir el ayahuasca se va a curar de cáncer, problemas de estrés, psicológicos, entre otros males. ¿Esto es así?
“Para la Organización Mundial de la Salud, la salud consiste en dos conceptos fundamentales: físico y mental. Lo que nosotros tratamos con la planta sagrada es la salud mental, no la salud física. No podemos tratar cáncer u otros problemas fisiológicos. Nosotros podemos curar la salud mental, como ansiedad, angustia, soledad, los problemas de trauma psicológicos. Con el ayahuasca, uno ya no necesita de un psicólogo. Uno mismo se convierte en su propio psicoterapeuta”, detalla Antonio.
Lo que no hace la medicina occidental, lo hace la medicina tradicional, dice Antonio, pero subraya que debe haber una interacción de los conocimientos científicos y tradicionales.
Como afirman los Muñoz, la planta medicinal no hace un milagro. Todo es un proceso de acuerdo con el cuadro que presente el paciente, en lo que también se basa el tiempo de tratamiento. “Lo primero que hacemos es informar bien, en qué consiste la planta, entonces el maestro ve si la persona está apta o no para la sesión con ayahuasca, porque si le damos ayahuasca sin ser necesario puede generar daños”, anota Rawa. “Para los onanyas, el ayahuasca nos genera un cambio en nuestras vidas”, añade.
La composición bioquímica del ayahuasca contiene amina y dimetiltriptamina, que permiten que quien la consume se conecte con sus neurotransmisores superiores. “Los psicólogos le llaman la ampliación del estado de conciencia; es decir, cuando se toma esta planta uno se vuelve más consciente”, explica Antonio.
La planta no es alucinógena, sino psicoactiva. Si fuera una planta alucinógena, se hubiera prohibido y no sería patrimonio de la nación. “Al congresista que dijo que el ayahuasca genera miedo en las personas y que es una droga, le pregunto si ha probado la planta. De repente lo afirma porque su vecino o pariente le dijo que el ayahuasca es una droga, sin comprobar”, señala Rawa.  

“La planta ayahuasca es inocua, no es tóxica, no es adictiva, no es alucinógena. Se puede tomar diariamente para contrarrestar el mal, pero las sesiones también pueden ser semanales. Por esta razón, antes de atender al paciente se hace una entrevista preliminar para saber la dosis exacta que ingerirá. Es como si entraras a una sala de cirugía. El anestesiólogo tiene que tener la medida exacta para aplicar al paciente antes de una intervención quirúrgica”, indica don Antonio.
Según cuentan ambos, la dosis se mide analizando si hay resistencia en la persona o si es sensible. Si la persona tiene resistencia, la dosis es mayor. La dosis es lo más importante porque si hay una sobredosis de ayahuasca puede entrar en áreas difíciles y puede asustar al paciente y la intención no es crear pánico sino que se vaya ampliando su estado emocional. Si la persona está sufriendo no puede sufrir más con la planta porque tiene un poder sobrenatural.
Los Muñoz señalan que el ayahuasca no es solamente para el pueblo indígena. Consideran que el Ministerio de Salud debería formar una institución normativa y reconocer a los verdaderos médicos tradicionales, maestros ayahuasqueros. “El buen uso de esta planta nos da mucha solubridad, puede ayudar a nuestra juventud a salir de las drogas. Debemos aprender que el ayahuasca es medicina para nuestra alma”, asevera don Antonio. “Hoy en día, las personas, una vez que toman la planta por una semana dicen que son onanyas, pero en realidad no lo son. Ellos dan a tomar la planta por negocio. Y la planta ayahuasca no es un negocio”, advierte Rawa.
El ayahuasca, los ícaros y las otras plantas que se emplean en las sesiones de los onanyas son muestra también de la interculturalidad de nuestro país, y antes de emitir juicios de valor en torno a realidades ajenas a nuestra cultura, debemos conocerlas y aprender.


Articulo de Alberto Niquen                Tomado  de La Mula.pe