Los escándalos de corrupción de la empresa de construcción brasileña Odebrecht y la estatal Petrobras extienden responsabilidades sobre el proyecto hidroeléctrico Chadín II en el Amazonas, así como otros 19 que esperan su turno en nuestro país, donde, aparte de los fuertes impactos ambientales que se generarían, estarían también los posibles multimillonarios sobornos a distintos gobiernos de ambos países.
Al parecer, el proyecto hidroeléctrico Chadín II, uno de los 20 que se están realizando en la selva peruana a cargo de la principal empresa constructora brasileña, Odebrecht –sí la misma que está involucrada hasta el cuello en un gigantesco caso de corrupción en su país–, no solo causaría impactos medioambientales, como ya se había denunciado en su momento, sino que habría generado jugosos dividendos para los gobiernos de ambos países.
Y es que se había señalado que la construcción de este gigante de concreto de 175 metros de altura, ubicado en la cuenca del río Marañón, inundaría poblados del Amazonas y Cajamarca en un área total de 32 kilómetros cuadrados, obligando a desplazarse a unas mil personas de sus hogares.
Por otro lado, el estudio de impacto ambiental (EIA) que fue aprobado no tenía evidencias suficientes de los impactos que se generarían en la cuenca del Marañón y el Amazonas. Aparte que no se pormenorizaba cuánto iba a costar la reubicación de las familias trasladadas ni tampoco un presupuesto para impactos sociales en comunidades indígenas ubicadas aguas abajo.
El megaproyecto hidroeléctrico a realizarse entre Cajamarca y Amazonas sigue en el ojo de la tormenta, donde sumados a los posibles impactos socioambientales y las acusaciones de corrupción de la empresa constructora Odebrecht están otros actos irregulares que ya están generando un nuevo conflicto social del cual el Gobierno ya estaba avisado.
Ya a estas alturas todos sabemos de los grandes actos de corrupción en que se ha visto inmersa la constructora brasileña Odebrecht, aquella que en nuestro país goza de varias concesiones que vieron su proliferación a partir de los años noventa, desempeñando trabajos desde 1979.
El megaproyecto hidroeléctrico Chadín II es uno de ellos, y genera naturalmente muchas suspicacias al respecto por la extraña forma de su aprobación. Y es que, mediante un decreto supremo en el 2011, el expresidente Alan García dio luz verde a la construcción de 20 represas en una zona que para muchos expertos es de alta vulnerabilidad a un impacto ambiental que sería de ingentes proporciones y pérdidas irreversibles.
En ese entonces, García pronunció el proyecto como de interés nacional y fue identificado por el Gobierno como un proyecto potencial para la exportación de energía a otros países.
Estaríamos hablando, entonces, de dos males endémicos enlazados a costa de todos los peruanos. El primero, la afectación de nuestros ecosistemas y, como segundo mal, un proyecto posiblemente echado a andar con sobornos multimillonarios a gobiernos peruanos. Más grave no habría.
Actualmente, el proyecto se encuentra con el estudio de impacto ambiental (EIA) aprobado y está en etapa
“Odebrecht tiene la concesión de Chadín II, Río Grande I y II, que no sabemos en qué circunstancias se han dado
ESCRIBE: PABLO PRADO REYES / Tomado de CELENDIN LIBRE
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