jueves, 6 de octubre de 2016

ENCUENTRO PUEBLOS INDIGENAS CON AUTORIDADES DEL GOBIERNO PERU POR CONTAMINACION DE CUATRO CUENCAS

El gobierno de Pedro Pablo Kuczynski tiene la oportunidad de cerrar uno de los conflictos sociales más antiguos del país: la contaminación en las ‘Cuatro cuencas’ de Loreto. Esta semana los líderes indígenas tuvieron un primer encuentro con el Ejecutivo y pidieron extender la mesa de diálogo. ¿Podrá la actual gestión acabar con este problema histórico en la selva peruana? 
 Tras más de cuatro décadas de contaminación, el problema de las ‘Cuatro cuencas’ continúa siendo una de las grandes deudas del Estado peruano para con las comunidades amazónicas. Esta semana concluyó en Lima una serie de reuniones sostenidas entre los apus de las federaciones indígenas de cada cuenca (Tigre, Corrientes, Pastaza y Marañón) con autoridades del Ejecutivo.
Los representantes de las comunidades sostuvieron una breve reunión con el primer ministro, Fernando Zavala, a quien le expusieron su plan de monitoreo y vigilancia en los territorios aledaños al Lote 192.
En respuesta solo recibieron el compromiso del premier de revisar el tema y el reconocimiento de que el Estado peruano ha sido responsable del entrampamiento en las mesas de diálogo que se han establecido para este caso.
Con quienes los apus sostuvieron mayores reuniones fue con la ministra de Justicia, Marisol Pérez Tello, quien integra el Grupo de Trabajo Multisectorial destinado a la remediación del Lote 192.
Cabe recordar que en 2012, siendo congresista del PPC, ella visitó junto a su colega, Verónika Mendoza, la zona afectada por la contaminación producto de la extracción petrolera. 

Continuidad del diálogo

Durante el último encuentro, que se realizó en la sede del Ministerio de Justicia, el apu de la federación del río Pastaza (Fediquep), Aurelio Chino, afirmó tener “vergüenza” ante los ofrecimientos incumplidos de parte del Gobierno central.
Asimismo exigió que la mesa de diálogo destinada a la remediación ambiental en las ‘Cuatro cuencas’ se extienda más allá de su plazo de vencimiento que es a fines de este mes.
Y es en este ámbito en que entra a tallar la figura del nuevo jefe de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad, Rolando Luque, quien tendrá como una de los principales objetivos de su gestión solucionar un conflicto que se ha dilatado por varias décadas alrededor del Lote 192.
Cabe precisar que desde que en 2012, a inicios de la gestión de Ollanta Humala y del ex ministro del Ambiente, Manuel Pulgar Vidal, se declarara en emergencia ambiental las ‘Cuatro cuencas’, ninguna de las demandas de las comunidades indígenas ha sido solucionada. Eso, muy a pesar de que el operador del Lote 192 de aquel entonces, Pluspetrol Norte, terminó su concesión y abandonó la zona dejando sus pasivos ambientales.VIDEO DEL TEMA   https://youtu.be/JTYFPlQDJoQ
Articulo de José Carlos Díaz Zanelli   Servindi.

sábado, 1 de octubre de 2016

COMUNIDADES INDIGENAS DE LAS BAMBAS EXIGEN DIALOGO DIRECTO

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Cuarentisiete comunidades quechua hablantes de Cotabambas y Grau, en la región Apurímac, reclaman por los daños ambientales y económicos que les está ocasionando el megaproyecto minero Las Bambas de la empresa transnacional china MMG Limited.
Los problemas se han agudizado con el inicio de la fase de explotación y el transporte del mineral cobre en pesados camiones que levantan polvaredas infernales y atraviesan los territorios comunales sin permiso de los campesinos.

Burla a la consulta previa

El malestar de las comunidades se debe también a los cambios que se hicieron al Estudio de Impacto Ambiental (EIA) de Las Bambas sin cumplirse con el requisito de la consulta previa.
El gobierno de Ollanta Humala creó la figura del “Informe Técnico Sustentatorio” con el propósito de evadir la consulta y aprobar, en tiempo récord, los pedidos de cambio a los EIA que presenten las empresas dueñas de concesiones extractivas.
Una de las cuatro modificaciones solicitadas por Las Bambas, autoriza el traslado de la construcción de las plantas de molibdeno y de filtros de Espinar a Cotabambas, con lo cual crece el riesgo de contaminación ambiental en esa provincia.
Otro cambio importante cancela la construcción del mineroducto que iba a servir para enviar el concentrado de cobre hacia el Cusco (Espinar). Ahora unos 300 camiones de gran tonelaje cruzan, casi a diario, los caminos comunales sin asfaltar, contaminan el aire y alteran el apasible paisaje rural.
A nueve meses de haberse iniciado la fase de explotación del proyecto, las familias del distrito de Challhuahuacho denuncian que la mina está contaminando el río del mismo nombre y disminuyendo su caudal, afectando al ganado y a las cosechas.
Dieciséis familias del caserío de Taquiruta, de la comunidad de Fuerabamba que ya fue trasladada a Nueva Fuerabamba, se niegan a salir hasta que la empresa les pague “lo justo” por sus mil hectáreas de terreno.
Las familias campesinas están acostumbradas a vivir en casas distantes unas de otras, en medio del campo y en construcciones semi enterradas para evitar los vientos helados a 3,800 msnm.
Sin embargo, han sido llevadas a residir en bloques de casas de cemento de dos pisos, expuestas a las bajas temperaturas y alejadas de sus chacras, pastizales y ganado.
La población tiene que soportar las explosiones diarias que construyen el tajo abierto Ferrobamba, en Fuerabamba, que crece y devora cerros, campos, cultivos, corrales, caminos y nacientes de agua. El proyecto contempla otros dos tajos más: Chalcobamba y Sulfobamba. La concesión minera cubre un total de 35 mil hectáreas.

Daños nunca imaginados

La multimillonaria inversión que supone el proyecto minero Las Bambas había despertado grandes esperanzas en esta región ubicada en el sur alto andino del Perú, una zona de pobreza endémica y abandono estatal centenarios.
Pero los pobladores nunca pudieron imaginar los daños que ocasiona una mina de enorme envergadura. Al parecer, se estaría produciendo un cambio sustantivo en el sistema de vida de estos pueblos, debido al corte abrupto con sus fuentes de subsistencia tradicionales y la alteración de su base cultural y social.
La mina ha significado un veloz crecimiento urbano de Challhuahuacho y un movimiento comercial y elevación de precios inusitados, que hacen inalcanzables para muchas familias y jornaleros los productos de primera necesidad. La salud, educación y movilidad también se vienen encareciendo.
Las fiestas costumbristas han sido transformadas en eventos comerciales por la empresa minera, cuyos gerentes contratan orquestas de moda, regalan cientos de cajas de cerveza y traen prostitutas para los solteros.
En Fuerabamba, Qoylluqui, Tambulla, Chuicuni y otras comunidades de Challhuahuacho es notoria la división que alienta la empresa minera, enfrentando a comuneros contra comuneros, lo cual debilita la organización social y daña su espíritu colectivista y solidario.

Reevaluar Las Bambas

Ante esta complejidad de serios problemas, el Estado tiene que asumir la protección de los pueblos originarios y reevaluar la continuidad de Las Bambas en diálogo directo con las comunidades. Sin embargo, hasta ahora el gobierno nacional actúa de espaldas a los reclamos desesperados que vienen desde las alturas de Cotabambas y Grau.
En el último lustro tanto el Ejecutivo como el Parlamento han venido aprobando nuevas normas para facilitar el ingreso y despojo de tierras por parte de los grandes inversionistas. Los dueños de Las Bambas están entre los principales beneficiados por estas nuevas medidas que buscan “atraer la inversión extranjera”.
Las autoridades judiciales han puesto en práctica un plan incriminatorio contra centenares de comuneros por haber dirigido o participado de las protestas, pese a que el artículo 149 de la Constitución les reconoce funciones jurisdiccionales “dentro de su ámbito territorial de conformidad con el derecho consuetudinario”.
En junio de este año la Sala Penal Liquidadora de Abancay abrió juicios contra 34 comuneras y comuneros de Cotabambas y Grau, para quienes el fiscal pide 35, 30 y 6 años de cárcel, según el caso, por las protestas realizadas hace cinco años en Challhuahuacho, acusándoles de secuestro, disturbios, entorpecimiento de servicios públicos, daños al Estado y robo agravado.
Unos 300 comuneros más están siendo citados para abrirles procesos judiciales por los acontecimientos luctuosos del 2015, que dejaron tres personas muertas y numerosos de heridos por disparos de bala de la policía.

Diálogo directo

Las cuarentisiete comunidades solicitan al Ejecutivo la apertura del diálogo directo, el cese inmediato de los daños ambientales, reparaciones económicas, la anulación de los cambios inconsultos al EIA de Las Bambas y el corte de todos los procesos judiciales.
La Mesa de Diálogo formalizada por el gobierno central el 8 de setiembre con la resolución ministerial Nº 187-2016-PCM, no garantiza la participación plena de las comunidades como sujetos de derecho e identidad propia; las disuelve en el rubro “sociedad civil organizada”, lo cual constituye una actitud discriminatoria y de rebelión contra las normas internacionales de pueblos indígenas.
Un soplo de democracia viene desde la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y Ecología del Congreso de la República, que preside María Elena Foronda Farro, de la bancada del Frente Amplio.
La Comisión sesionará el 11 y 12 de noviembre en el departamento de Apurímac, para escuchar a las comunidades y poblaciones en conflicto con el proyecto Las Bambas, así mismo se informará en directo de la situación real de la minería ilegal y de las carencias que existen en agricultura, agua, saneamiento, salud y educación.
Para el caso del Perú, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que forma parte del cuerpo constitucional peruano desde 1995, ordena la consulta previa, el consentimiento informado, la participación permanente, la compensación justa por daños y el desarrollo de las comunidades como objetivo supremo de todo proyecto que el Estado planee ejecutar en territorios comunales.
Ninguna norma de menor jerarquía puede evadir, impedir o desconocer el ejercicio de estos derechos que asisten a las comunidades campesinas y nativas y son parte del sistema de derechos humanos universales avalados por las Naciones Unidas

HIDRO ELECTRICA BARRO BLANCO Y SU FALTA DE RESPETO POR EL PUEBLO NGABE BLUGE PANAMA

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Después de 10 años del inicio de la construcción de la hidroeléctrica Barro Blanco en el oeste de Panamá, los integrantes de la comarca NgäbeBuglé siguen manifestando su rechazo.
Los pobladores afirman que el acuerdo del proyecto es inválido porque su representante, Silvia Carrera, no les consultó tal medida.
“Nosotros le decimos alto y claro al gobierno panameño que el acuerdo Varela Carrera es un acuerdo inconsulto. Un acuerdo que no valida ningún pueblo de la comunidad NgäbeBuglé (…) El proyecto hidroeléctrico de Barro Blanco se tiene que cancelar”, aseveró Toribio García, cacique regional tradicional de la comunidad NgäbeBuglé, en una entrevista para Telesur.
En respuesta a esta acusación, la cacica general de la Comarca NgabeBuglé, Silvia Carrera, aseguró que no ha cometido ninguna falla y que siempre ha trabajado para su pueblo. Asimismo dijo que el acuerdo firmado solo trae beneficios para su comunidad.
Mientras que el gobierno panameño asegura que este proyecto traerá el desarrollo de la comunidad, los integrantes de la comarca sostienen que esta hidroeléctrica es un agente de contaminación ambiental. Indican que afecta a cinco mil personas.
Vale recordar que a inicios de este año, la muerte de un bebé de 10 meses causó repercusión en dicha localidad. La presunta causa del deceso fue el consumo de agua contaminada del río Tabasará, donde se levanta la hidroeléctrica.
Sin embargo, las autoridades aseguraron que el río no estuvo contaminado y que el niño murió a causa de una neuroinfección por tuberculosis.